Tocando esta última carta que dejaste
en mis manos, escuchando el crepitar de la noche que se cuela por el
cristal roto de la ventana de mi habitación, puedo recordar tantas
cosas que no recuerdo ninguna.
Los besos que nos dimos se confunden
con los que no nos dimos, los abrazos parecen ilusiones que alguien
me proyecta para confundirme.
Me suena tu cara, casi puedo recordar
tu boca, tus manos tan suaves, abrazándome hasta en las mañanas que
despertaba solo.
Tocando esta última carta que me
dejaste, en un folio blanco, una página tan vacía como nosotros
mismos.