Páginas

domingo, 22 de marzo de 2015

Te quiero con locura

Hoy terminamos de construir el palacio por fin, ¿Y sabes qué? Yo puse la última piedra, y la puse pensando en ti. Así que yo creo que te pertenece. Eres algo así como la reina, porque su construcción fue dedicada a ti, ¿no es divertido? Toma, las llaves del palacio. Se las cogí a los guardias porque yo creo por derecho son nuestras, aunque ellos pensasen que no.
Y tengo algo más. Mira, es la corona. Viene con la cabeza de la reina porque como no quería quitársela, se la tuve que arrancar y al final me quedé con la cabeza también. Pero la sacamos y no pasa nada.
Mírate, qué bien te queda, estás preciosa. Yo creo que naciste para ser reina. No llores. Te quiero, te quiero con locura.

sábado, 21 de marzo de 2015

Prisma

Lo miraba todo con los ojos equivocados. Y es que en todas las noches de mi vida fue la luna la que me mostró el mundo, siempre pálido, inerte, monótono. 
 
Sin embargo, la vez en la que a la sombra de la noche te distinguí por primera vez, un torrente de colores y energía comenzó a brotar por la ciudad. El río, verde esmeralda, se agitó como nunca. Los árboles amarillos crecieron más alto. Miré al cielo y estaba azul, las estrellas rojas. 
 
Comprendí en ese momento que la luna había que mirarla a la luz de tu cuerpo.

lunes, 16 de marzo de 2015

Polvo eres

Desde pequeña le aterrorizaba la posibilidad de que la enterrasen viva, así que decidió vivir en las alturas. En un bosque cercano se hizo una casa en un árbol. Un día descubrió que tenía un vecino con el mismo miedo y la misma decisión de vivir en el aire. Se mudaron juntos a una casa más grande en un árbol más alto y prometieron no enterrarse vivos bajo ninguna circunstancia. Quisieron casarse pero todos los curas eran demasiado viejos como para subir al árbol y ellos no podían bajar, así que nunca lo hicieron oficial.

Con ochenta años decidieron poner fin a sus vidas para asegurarse de que su temor no se hacía realidad. Se tomaron el veneno y con una sonrisa y cogidos de la mano se despidieron del mundo. Las familias recibieron las notas de suicidio y procedieron a enterrar los cuerpos.

Cuando abrió los ojos, todo era oscuridad y en la caja no quedaba mucho oxígeno.

martes, 10 de marzo de 2015

Uno, dos y mil te quieros


Todas las noches le decían 'te quiero' y le besaban la boca, el cuello, los pechos. Se lo decían en la calle, en el coche, en la habitación del hotel y en el baño. 'Te quiero', le repetían, 'te quiero'. Otra caricia, otra mano por dentro del pantalón, otro sujetador arrancado violentamente.
'Eres la mujer de mi vida', le susurraban siempre al oído, antes de volverse a sus casas.
'Solo son clientes, aguanta', se repetía ella, máquina expendedora de amores no correspondidos.