Aunque sea yo dragón, caballero, no
está en mi naturaleza matarte. Necedades son las historias que se
cuentan, las mentiras que os hacen creer, los rumores que nunca se
contrastan.
Yo no mato a los caballeros cuando
vienen, ni los quemo, ni los devoro. Yo les cuento estas mismas
palabras. ¿Sabes, tú, humano, qué hace la mayoría de hombres
cuando oyen esto? Se van, ¡se van! Se van solos y derrotados, sin
haber alcanzado lo que querían, engañados por las falacias que en
su cabeza habitaban.
Desde el principio de los tiempos he
guardado esta torre pero no le he prohibido a nadie entrar y llevarse
a la dama. Aún así, nadie lo ha hecho. Los hombres querían la
fama, querían derrotar al dragón y llevarse a la mujer más bella
del mundo, ser el caballero más famoso y valiente de la tierra. Pero
todo eso es una mentira, no existe. No me van a matar, no van a
luchar contra mí. No hay ningún premio. Ella quiere ser mujer, no
medalla. Y aquí estamos, Desafío y trofeo, mujer y mascota, solos,
siempre solos, esperando al hombre que quiera ser hombre, no al
hombre que quiera ser Dios.