Y pensar que aún no estamos muertos,
tal vez tenemos algo por lo que morir,
o quizás algo por lo que matar.
Algo que nos haga creer que estamos
locos,
pero que nos haga sentir bien,
algo como poder llegar a morir por
alguien,
o a matar, si se tiene cogido el puñal.
Quemaría una ciudad por una persona,
lo haría por mi vida, por la de ella,
por la de él, o la de nosotros,
o la de ellos, si son felices.
También me clavaría el puñal, sin
duda,
si la felicidad ajena fuese tan grande
y tan ajena,
que no la pudiese soportar,
mezclando llamas con sangre,
con gritos y dolor,
y allá atrás,
tal vez algo de alegría,
no sé,
un abrazo,
un beso,
quizás una caricia,
algo que nos haga olvidar
que tenemos que morir por alguien.