Sísifo se apoyó en la piedra y
encendió un cigarrillo. Se colocó bien las gafas de sol y se compró
una bebida energética en la máquina expendedora. Ya casi se había
quedado sin monedas, así que cogió la chaqueta y volvió a
casa. Esta vez tenía que acordarse de coger el cargador del móvil.
Y llamar a María. Tenía que vencer los nervios y llamar a María. Si no,
cualquiera con más tiempo libre podría enamorarla antes que él, y eso no
podía pasar. Ese castigó sí que no podría soportarlo.
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