Todas las noches le decían 'te quiero'
y le besaban la boca, el cuello, los pechos. Se lo decían en la
calle, en el coche, en la habitación del hotel y en el baño. 'Te
quiero', le repetían, 'te quiero'. Otra caricia, otra mano por
dentro del pantalón, otro sujetador arrancado violentamente.
'Eres la mujer de mi vida', le
susurraban siempre al oído, antes de volverse a sus casas.
'Solo son clientes, aguanta', se
repetía ella, máquina expendedora de amores no correspondidos.
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