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martes, 14 de abril de 2015

Cumpleaños

Entré a trabajar a la vez que él, pero yo no supe arreglármelas tan bien. Entramos en la fábrica como manos útiles en la cadena de montaje. Al principio me costó acostumbrarme al ritmo de trabajo. No tienes tiempo para descansar porque nunca paran de aparecer por la cinta juguetes nuevos que tenemos que montar. Suelen ser muñecas rubias, con piel como las mujeres ricas, con diferente ropa. A veces pienso que la ropa de esos juguetes es mejor que la mía y tengo envidia. Una vez una señora quiso guardarse un muñeco para su hijo pero la descubrieron. Intentó escaparse pero la cogieron y la llevaron otra vez a su sitio. Le pusieron unas esposas atándola a la cinta y empezó a pasar por delante de todos nosotros. Cuando iba a llegar al punto donde la cinta cae y una máquina muy grande separa los muñecos, el guardia le cortó el brazo y la señora se pudo tirar de la cinta y salvarse de una muerte muy dolorosa. Le dijeron que volviese a su sitio y que si no podía seguir siendo útil, buscarían una solución al problema. Después de ese día no volvió. Yo era amigo de su hijo, y lo vi llorando al día siguiente. Me dijo que había muerto al llegar a casa la noche anterior.
Como iba diciendo, yo entré a trabajar al mismo tiempo que él, pero no tenía su carácter. Él era lo que los jefes querían. Tenía muy mal humor, se enfadaba por todo y era violento. Hoy lo ascendieron a supervisor de la zona en la que estábamos trabajando. Lo primero que hizo fue tirar al suelo y darle patadas a un chico que estaba tocándose las manos porque le dolían. Supongo que querrá mandarnos el mensaje de que no podemos parar ni un momento.
La verdad es que lo paso un poco mal, pero a veces me cruzo con mi hermana por la fábrica y eso siempre me hace sonreír. Y sé que al fin y al cabo, trabajando puedo ayudar a que salgamos adelante y a comprar las cosas que necesitamos.
A veces me gustaría que mi vida fuese de otra forma. Saber que vas a poder comer algo al día siguiente, aunque solo sea una vez en todo el día. Creo que hoy cumplo nueve años. Me gustaría que mi madre aún estuviese aquí y me abrazase al llegar, porque solo eso ya me haría soportar el dolor de trabajar aquí.
Veo al supervisor venir, cogiendo un palo que había en el suelo. Otra vez me quedé absorto en mis pensamientos y ahora me van a dar una paliza. Lo bueno es que el sol se está escondiendo y solo me quedarán unas horas más aquí antes de poder irme a mi casa con mi hermana. Tengo ganas de llegar, de que me cante cumpleaños feliz. Nos abrazaremos y nos daremos fuerzas. Siempre nos decimos que esto algún día va a cambiar, que no es justo. Solemos recordar a papá y a mamá, y lloramos. Yo ya estoy en el suelo recibiendo golpes. Sigo pensando en ellos. Ojalá el supervisor me mate. Sería el mejor regalo de cumpleaños.

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