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domingo, 7 de agosto de 2011

Rosalía, ya sale el sol


Los gallegos siempre, siempre, a lo largo de los años, fuimos un pueblo cerrado, acomplejado, frío. No demostramos nunca los sentimientos, nos guardamos todo para nosotros, con pequeñas excepciones como nuestra venerada Rosalía de Castro. Durante años, lustros, o tal vez siglos los gallegos estuvimos encerrados siempre en casa, al resguardo del fuego que nos calentaba mientras por la ventana veíamos como los infinitos verdes campos se empapaban con la lluvia que nunca se cansa de acompañarnos.
Pero de repente, un 15 de mayo salimos a la calle todos, como el despertar de un pueblo que ya no quería ser el agente pasivo que recibe la opresión. Rosalía hablaba del maltrato que se nos daba a los gallegos, durante años y años, que nos llevó a acomplejarnos y siempre creernos inferiores.
Desde una plaza del centro de Madrid, una noche de Mayo, salió el calor que por fin, tras tanto tiempo, consiguió derretir la coraza de hielo que nos separaba a unos de otros y a todos del poder. Al día siguiente se volvió a salir a la calle, se llenaron las plazas como nunca se habían llenado y todos nos mirábamos sorprendidos, contentos, pero sobre todo, orgullosos, orgullosos de haber salido del cálido hogar a la calle, a decir basta por un sistema que nos quita todo. Orgullosos, por fin, de ser gallegos, orgullosos de poder salir a luchar contra la indiferencia, que es la que siempre nos hace pequeños.
Pasamos noches en las plazas gallegas, noches frías, muchas lluviosas, pero la llama de Sol desde Madrid siempre nos mantuvo calientes.
Desde el 15 de mayo de 2011, los gallegos somos un poco más grandes.

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